13/9/07

La Fuente Alemana



-Por favor, déme dos chacareros con mayo y un churrasco italiano –aulló la Morsa.

Así, como si su pedido fuera normal, el Guatón Moncada exigió su almuerzo. Sin vergüenza ni remordimiento, la Morsa tenía hambre y lo gritó a los cuatro vientos. Nada que decir, la señora Anita –experta en el rubro- tuvo que acatar la orden del Chancho y se puso a trabajar como loca. La cara de asombro de nuestro entorno fue notable. Fue uno momento especial/prodigioso, ya que después del pedido hubo un minuto de silencio, nadie dijo nada, no sonó nada. Fue como si alguien hubiese puesto mute a la película del Gordo. Fueron los 60 segundos más raros del día. Todo el local quedó sorprendido/mudo por un instante, después poco a poco cada uno siguió en lo suyo y retornó el sonido ambiente al thriller/comedia.
Todo empezó cuando mi celular sonó a las 11:29pm, era el Regordete Moncada quien llamaba.

-Hola Narigón, ¿cómo va todo?
-Bien Gordo ¿y tú?
-No me puede ir mejor… Hut, te invito a almorzar a la Fuente Alemana ¿Te tinca?
-¿Tienes dinero? ¿A quién estafaste Gordo?
-Nada de estafas acá. Estoy haciendo páginas web y me acaban de pagar 200 lucas unos giles por ahí.
-¿A quién te cagaste Gordo?
-Tranquilo viejo. Así es la vida, algunos cogen y otros miran.
-¿Cuándo aprendiste a realizar páginas web? Eres lo más chanta que conozco. Un asco –le dije aguantándome la risa.
-¿Oye vas a acompañarme si o no?
-Claramente, si esto es un milagro.
-Ya, te espero en la Fuente Alemana de la Alameda.
-Ok.
-Chao narigón.
-Chao.

Agarré la Trola y partí hacia Plaza Italia. El día estaba nublado, pero no hacía frío. Es más, era tanto el aire caliente al interior del auto que tuve que abrirle los ojos a la Trola (quien ha tenido o se ha subido alguna vez a una Citroneta sabe de lo que le estoy hablando) para que me entrara más viento. La llevaba a fondo, la cuarta no daba más. Casi alcanzo los 100 km/h en Kennedy. Existen algunos momentos del año en que me siento totalmente compenetrado con mi auto, como si fuéramos iguales: no muy apreciados por el mercado, pero existe cierta gente que sabe lo que realmente podemos rendir. No sé, voladas del momento. Preferí dejar de pensar tonteras y me apuré, tenía que llegar lo más rápido posible, antes que Gordo Moncada se arrepintiera de su excepcional invitación.
Deje mi vehículo estacionado por ahí, a unas siete cuadras al sur del punto acordado. Caminé rápido, hasta que divisé la ponchera del Gordinflón Moncada.

-Menos mal que llegaste Hut. Tengo mucha hambre.
-Cuéntate una nueva.
-Entra rápido narigón- dijo empujándome por la espalda.

Por suerte no fue difícil encontrar asientos, ya que la Fuente Alemana estaba recién empezando a llenarse. Son esos momentos únicos en que llegas y justo dos personas se paran de sus respectivos asientos. Jugamos rápido y nos adueñamos de los preciados bancos.
Hay que destacar que no solo la calidad del servicio le han dado fama y larga vida a este lugar. Si hay algo rico en la vida es comer un Chacarero con Ají o un Churrasco Italiano o un Rumano preparado con los ingredientes y la mano de las señoras de la Fuente Alemana. Se que esta en el inconsciente colectivo, pero nunca esta de mas recordar que el pan y la mayonesa son hechas en casa. El chucrut esta siempre crujiente y no demasiado ácido. Los tomates son siempre los mejores de la temporada y ni hablar de las paltas que son siempre "premium", así como las carnes y los embutidos. En fin el Gordo y yo estábamos en las mejores manos.

-Hola chiquillos que se sirven -dijo la señora Anita. Fue justo en ese momento cuando la Morsa se mandó la frase para el oro olímpico.
-Por favor, déme dos chacareros con mayo y un churrasco italiano –después del minuto especial/prodigioso, la señora Anita recobró la conciencia y preguntó.
-¿Le traigo los tres sándwiches al tiro?
-No. Tráigame primero un Chacarero y el Churrasco Italiano. Después cuando esté más tranquilo, me mata con el otro Chacarero.
-¿Y usted qué quiere? –me preguntó con su voz maternal la señora Anita.
-Un Chacarero con mucho Ají y Mayo, por favor.
-Ok.


Al Gordo se le notaba la ansiedad, le corría la gota por la frente. Estaba apunto de colapsar. El olor de la plancha, la gente comiendo alrededor, lo estaba volviendo loco. Era incapaz de hablar o pensar sensatamente, sólo quería comer. Era un títere manejado por la mística del Churrasco. El Gordo estaba encantado, llegué a pensar que la verdadera droga de la Ballena era el churrasco y que para él la Fuente Alemana era mejor que cualquier Coffee Shop de Ámsterdam. Después de unos pocos segundos, llegaron los sándwich. Me preocupé de contar los segundos que duró el Chacarero vivo en el plato del Rechoncho Moncada. Fue un espectáculo sin precedentes, digno de grabarlo, 10 segundos fue la marca (toda una hazaña). Después de comerse el primer bocadillo, el Gordo me miró y –con aún comida en la boca- me dijo.

-Hut eres una mina. Yo ya terminé el primero y tú todavía no le das un mordisco a tu Chacarero. Narigón fleto. Eres una madre –en ese minuto se caga de la risa- tus hijos no te van a decir papá, te van a decir mamá –mientras sigue riéndose en mi cara, con la boca llena de comida-. Por eso eres mi mejor amigo Hut, eres el huevón/madre más chistoso de Santiago.
Esa era la Morsa en su máxima expresión. Hay que cuidar especimenes como este Mamífero sureño, no me cabe duda alguna. Cada vez se ven menos y esta ciudad sin porcinos como el Guatón Moncada deambulando por sus calles, sería más gris de lo que es. Ustedes saben a lo que me refiero, espectáculos como el que estaba entregando el Gordo Moncada no se ven en todo el mundo y menos gratis. Maestro.
Al final el gordo terminó de comer su almuerzo en: 15 minutos, con 34 segundos. Coronando la performance con tres pedos nijas en la caja. Una fineza, sólo digna de los grandes. Un verdadero maestro, no cabe duda.

3 comentarios:

ObesoTV dijo...

Cuando el cielo viene a la plancha y en un pan...

Saludos

ObesoTV dijo...

Cuando el cielo viene a la plancha y en un pan...
Saludos

ninón michelle dijo...

muy bueno, reí mucho
slds