2/10/07

Comprando un Regalo en Providencia

Caminar por Providencia en un día hábil a las cinco de la tarde no es fácil. Mucha vieja estrellera deambula por sus estrechas calles a esta hora, quienes juran ser las dueñas de la avenida por el simple hecho de tener un trasero descomunalmente gordo. Más que señoras parecen vacunos transgénicos del McDonalds o la hermana gemela de Fat Bastard en la película Austin Powers: Goldmember.
Además nunca faltan los vendedores nómadas tratando de engatusar a algún distraído peatón con su amplia y trabajada colección de dudosos productos piratas que tienen tendido en el vía pública obstruyendo el libre pasar de la gente malhumorada como uno.
Había un comerciante pirata que gritaba su slogan promocional con un flayte style, sin embargo si se escucha con atención la frase se puede detectar un incipiente dejo mexicano. Algo que sólo se da en nuestro país, se los aseguro.



Las escolares del sector se pasean con sus cortos jumpers, que dejan más que alterados a los pobres vejetes que deambulan por las tiendas de la calle 11 de septiembre. Lamentablemente estos ancianos no les queda otra que mirar disimuladamente a estas niñas y poner cara de huevón al segundo después, para no pasar por viejos verdes. ¡Pobres señores! Son las principales victimas de nuestra cultura represiva. Ni mirar minas se puede después de cierta edad, ya que esa actitud es algo sumamente inmoral (según las obsoletas buenas costumbres de nuestra sociedad). Y pensar que todos vamos a terminar usando el mismo artilugio patético de veterano caliente sin perra que adiestrar.
En fin, siempre he pensado que mucha gente aglutinada en un reducido espacio es desagradable y más en un día soleado como hoy en Providencia.
Mi destino actual es el Portal Lyon, pues voy comprarle un regalo al Papagayo. Personaje visto poco últimamente en los carretes o partuzas de la Institución, ya que está castigado hace varios meses por pasar sólo un ramo de los 15 que había tomado a principio de semestre. Lo peor es que el año pasado no vio ni una en el colegio y su padre tuvo que cambiarlo -a última hora- a un colegio “dos en uno”. Como pueden ver, este cabro es todo un genio.
No es que yo sea un compadre estudioso que siempre pasan todas las asignaturas (es más en este semestre no estoy haciendo absolutamente nada por decisión propia), pero Papagayo forma parte de una estirpe especial de pajeros. Él es una las tantas víctimas del Winning Eleven –juego clásico de la consola Playstation- en nuestra capital. Desde que se compró este juego el Papagayo cagó, así de simple es el diagnóstico. El huevón cagó por el puto “Play”, algo no poco común en nuestra sociedad subdesarrollada.
Según el último estudio de la fundación “Niños con Problemas” -publicado en agosto del 2006- indicó que 35% de los jóvenes que mezclan alucinógenos con videojuegos no superan el primer año de la enseñanza universitaria durante los primeros siete años de matriculación. Claramente Papagayo forma parte de ese porcentaje, toda su familia lo da como un hecho. Nadie desconfía de su débil memoria a la hora de estudiar. Un fracaso por donde se mire. En la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile se está estudiando el caso del Papagayo. El Neurólogo Ricardo Marín siempre se ha cuestionado ¿cómo un joven con estas deficiencias mentales (memoria nula) pudo llegar a cursar primer año en una universidad chilena sin haber sido detectado antes por la medicina nacional? El libro será todo un éxito sin duda, ya que trata siete casos iguales al del Papagayo pero en distintos sectores sociales de nuestra capital. Se titulará: “Jóvenes Idiotas y Sin Memoria: Enfermedad Que No Discrimina el Estrato Social”
Sin embrago Papagayo es un buen tipo, medio saco wea, pero es un hombre de verdad. Por eso lo respeto. Ojalá que el día de mañana pueda ganarse la vida como gamer, freak, estúpido o algo así. No le queda otra al “Papa” (como le decimos sus amigos más cercanos).


Mientras camino al interior del Portal Lyon, me percato que las nuevas generaciones de nuestra capital están realmente cagadas. No es que yo sea muy lindo, pero trato de verme lo más normal posible. Aquí en cambio, entre piercings y tinturas de pelo no se puede diferenciar a un gorila de un ser humano. La cagaron los huevones feos. Mucha guatonas freaks, mucha wea rara por alfrente de mis ojos. Estos compadres creen que andar disfrazados de un transexual a las cinco de la tarde es sinónimo de vanguardia. Simplemente estos huevones son feos y el adoptar posturas estéticas radicales no les va ayudar a solucionar su problema. Por último junten plata y váyanse donde un cirujano plástico, para ver si puede hacer algún milagro con ustedes.

Después de caminar con mucha atención por esa galería, llegué a la Under (clásica tienda de música metalera). En su interior atiende un gordo fofo con anteojos negros –parecido a Obelix pero en versión mapuche- quien me pregunta.

-¿Qué quieres compadre?
-El Heartwork de Carcass.
-Te rajaste socio, éste es el último que me queda –mostrándome el CD de la vitrina.
-¿Cuánto cuesta?
-17 lucas.
-¡¡Culiao!! –reclamé con cara de sorpresa.
-¿Qué? –me interroga el gordo, con un tono de ultratumba.
-Démelo por favor –le dije con cara de maricón arrepentido.
-Ok.

Claramente mi reclamo duró menos que pedo de mina al aire libre. Lamentablemente siempre termino arrugando al final, ni a reclamar últimamente me atrevo. No sé, parece que estoy cada día más decadente. Más cagón. Me estoy volviendo un vago maricón y sin vuelta atrás. Este síndrome de arrugón al parecer comenzó después de que me golpeara el matón del café.*
En fin, todo sea por el Papagayo. Sé que el regalo lo disfrutará en su pieza. Le estoy llevando un discazo. Ojalá que lo ayude en su problema de memoria y pueda recuperar pronto su libertad condicional aquel noble mongol.


*(Revisar el relato: ¿Un Café? SEGUNDA PARTE)



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya vaya, si tengo suerte y quedo en añlguna universidad me ir´ñe a vivir por esos lares el porximo año...

Vivirt en Stgo debe ser una odisea. Pero es entretenido mirar a la gente, darse cuenta de los viejos verdes y las colegialas que usan jamper y hacer4 una reflexion posterior jajaja!

cabellosdefuego dijo...

jajaja, ay, mierda. me duele la panza porque me reí. no sé. te encontré jodidamente sincero, o no sé si sincero porque todo puede ser mentira pero te encontré un pelotudo super.
el obelix mapuche. je. estás majareta.

Anónimo dijo...

Já, me encanta Provi, yo viví por allí, y este año con mi familia epseramos vovler, me gusta ese ambiente, y dan lo mismo los freaks...mi familia es freak.