12/10/07

Vamos al Estadio Nacional

Fotos (Flickr): La Natalia, Oscar Rosales y LagosDomingo@Monterrey.


Esta vez no me chantajearán como siempre, ahora tengo un plan que no fallará. Tendría que pasar algo demasiado raro para que no funcione, como que Martín “Chacal de la Cazuela” González nunca más pida repetición de plato a la hora de almorzar o como que Papagayo se vaya becado a Harvard. En serio, sólo algo realmente insólito puede frustrar mis intenciones.
Todos vamos en el nuevo auto del tío Martín –padre de Martín “Tetas hasta las Rodillas” González y DT de F.C. Extremo Sur-, es una camioneta 4X4 de origen japonés. El tío compró este vehículo con la finalidad de acarrear a todos los amigos de Martín “Bola de Grasa” González a los mediocres exhibiciones que entrega F.C. Extremo Sur en Santiago. Hoy se juega el Clásico Universitario y es tradición ir a verlo en conjunto.
En el grupo de amigos todo son hinchas de la Universidad Católica, con la excepción de la Morsa Moncada y yo. El Guatón es admirador del Real Madrid, a pesar de nunca haber tocado suelo español en su puta vida. Así es el Gordo ¡qué vamos hacer! En cambio, yo desde que nací fui de la “U”, principalmente por una cuestión de principios. En mi familia todos son “cruzados”, aun cuando nunca vayan a la cancha a alentar a su equipo. Son de eso típicos hinchas pasivos, esa escoria humana que nunca va al estadio ya que mira los partidos por televisión o simplemente no los ve. En el fondo les da lo mismo.
Como es tradición, el Guatón Moncada se fuma un pito antes de que el tío Martín lo pase a buscar. Por eso siempre habla estupideces seudo-intelectuales en el trayecto a la cancha.

-Tío ¿sabía que el 70% de las mujeres detenidas en las cárceles de nuestro país son por el delito de microtráfico?
-¿Es en serio lo que me estás diciendo Moncada? –le responde el tío Martín mostrando cierto interés en el tema.
- Sí tío, lo leí en un reportaje de la revista “No Más Prensado Por Favor”. ¿La conoce?
-No, ¿es chilena esa publicación Moncada?
-¿Por qué no le dan un italiano al Gordo para que se quede callado y podamos escuchar tranquilos la radio? –grito desde los asientos traseros.
-Cállate Hut. Estamos hablando cosas importantes acá adelante. Tu mejor prepárate psicológicamente para el webeo a la vuelta del estadio. Después que la “Cato” haya goleado a esos chunchos maracos –chilla la Morsa desde el puesto del copiloto.
-Sí, eso es verdad. chuncho cagón –me grita el tío Martín de remate.

Ese Gordo hijo de puta, sabe como aprovechar las oportunidades. Es un populista de esencia. Debería ser político cuando grande, podría formar el “Partido Demócrata Liberal Fumeta (PDLF), seguro tendría adherentes en nuestro país. Nunca falta el hippie trasnochado que se motiva. El Gordo tiene pasta de activista, sabría hacerse escuchar por las masas. Además si no es político no le queda otra que ser narcotraficante. No tiene más alternativas el rechoncho ese.

El tío estacionó el auto en la calle Carmen Covarrubias. Ahí le paga a una vieja para dejar la camioneta guardada en su casa mientras vemos el partido. Éramos cinco los del grupo: El tío, su hijo Martín “Chancho Indecente” González, Gordo Moncada, Papagayo y yo. Cada uno tenía una entrada en su poder, compradas anticipadamente para evitar problemas en el ingreso. Todo estaba en orden en ese minuto, era el momento de a aplicar: La Operación Desmarque.
Mi intención era perderme dentro del estadio, para no tener que ver el partido desde la barra de la Católica. Siempre -desde muy niño- tuve que observar los partidos desde ahí. Es lejos lo más frustrante que me ha tocado vivir. Siempre se han negado -todo F.C. Extremo Sur- a acompañarme a Los de Abajo. ¡¡¡Pusilánimes!!!
Sin embargo la historía tenía que cambiar. Era una fijación personal mirar alguna vez un clásico -en el Esatdio Nacional- desde abajo del marcador. Donde la hinchada azul canta a todo pulmón. Como tan marica de no cumplir esa inquietud que tenía deambulando por mi mente durante tanto tiempo. No podía desperdiciar esta oportunidad. No quería salir otra vez arrancando del estadio 10 minutos antes del término del partido, como siempre lo ha hecho el tío para no encontrarse con los "patos malos" de la Chile. Es un acto muy poco digno, realizado por muchos cagones de nuestra capital.
Frente a nosotros está el Estadio Nacional, nuestro más grande coliseo, ubicado en plena comuna de Ñuñoa. Fue inaugurado el 3 de diciembre de 1938. Definitivamente los años le han pasado la cuenta a este reciento, a simple vista los cimientos de hormigón se ven muy deteriorados por la acción de las filtraciones de lluvias y las evacuaciones de aguas servidas. Es más, la Dirección de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Universidad Católica examinaron exhaustivamente las instalaciones del Nacional por 10 meses, para determinar si se debía refaccionar esta wea o si la solución definitiva era... ¡Echarlo abajo! La conclusión fue categórica: el Estadio Nacional está para la cagada. Está jugando los descuentos.

En fin, mientras ingresamos al estadio. El Gordo Moncada no aguantó el hambre y junto a Martín “Malo para la Carbonada” González fueron a comprar un sandwich de potito donde la tía Lucy. Era claro que los habíamos perdido, esos barriletes jamás volvieron, fueron absorbidos por el olor engatusador de los sandwiches de potito. Sólo éramos tres los que seguíamos en batalla. Pobre tío, tendrá que ver el partido con la poco motivante compañía del Papagayo (de vueltas a las calles después de su eterno castigo).
Luego de pasar el primer control, le dije al tío que iba a esperar a los gordos, para que no se perdieran.
El tío Martín me respondió:

-Bueno, quédate con el Papagayo esperándolos. Tú sabes donde nos sentamos siempre, a la derecha de la barra de la Católica ¿Ok?
-Sí tío, tranquilo –le respondí maquiavélicamente.

Después de algunos minutos le dije al Papagayo que estos gordos los habíamos perdido. Que la gula es más fuerte que el fútbol para ellos. La comida los había vencido una vez más y que no van entrar. "Papa cuando la marraqueta manda no hay nada que se pueda hacer para evitarlo, así es la vida. No todo es perfecto" le dije con voz de sabiduría. Tengo que aclarar que persuadir al Papagayo no es muy difícil, es algo trivial. El Papa no tiene mucha intuición, tampoco posee mucha voluntad y ni pensar que goza de alguna iniciativa. El papagayo simplemente se deja llevar. Es el típico huevón que no molesta, por el mismo hecho de ser huevón. Por eso -en ese momento- concluí que lo más difícil de mi plan ya estaba resuelto.

-¡Apúrate Papa! Es por acá la entrada. El partido va empezar.
-Dale… Oye Hut ¿por qué en todos los hinchas de la Católica andan de azul?
-Es la nueva camiseta de visitante.
-¿En serio? –responde sorprendido el Papagayo.
-Sí Papa, ¿no ves las noticias? ¿Qué mierda hiciste todo este tiempo encerrado?
-Estudiar.
-¿Y nada más?
-No.
-¿Y cómo te ha ido?
-Bien. Estoy pasando 5 de los 14 ramos que tomé.
-¡¡¡Buena Pitágoras!!!


Una vez dentro del coliseo la sensación de victoria fue total. Ya nada podía arruinar mi triunfo, al fin voy a ver el partido de la Universidad de Chile en su barra. Basta de viejos graves, de niñas giles o de barristas de medio pelo. Ahora estaba en una barra de verdad. En ese justo momento, antes de que los equipos salieran al campo de juego, el Papagayo me pregunta:






En verdad el Papa siempre sorprende. Qué podremos esperar de este personaje en 30 años más, no me creo capaz de visualizarlo en este momento. Podría revolucionar los estándares mundiales de la medicina. Es un caso digno de estudio. Es uno en millones.



El partido había comenzado y el Papa seguía preguntando por el tío y otras tonteras sin importancia. Al lado nuestro estaba un hincha que mientras miraba el partido y intentaba escuchar los comentarios del programa "sintonía azul" por unos audífonos de dudosa calidad. En el ambiente se respiraba una mezcla de transpiración, vino, polvora y marihuana prensada. Muchos pendejos haciendo cualquier cosa menos ver el enfrentamiento. Al final del primer período, la “U” se ponía en ventaja. Golazo de Marcelo “Matador” Salas. Le grité el gol en plena cara al Papa. No pude aguantarme, él me intentó de pegar disimuladamente, pero claramente el ambiente no era el más apropiado para demostrar su fanatismo cruzado.
Lamentablemente en el segundo tiempo, el partido sufrió un vuelco inesperado. Con dos goles de Gary Medel, Universidad Católica se quedó con el triunfo. El Papa no pudo celebrar ni un puto gol. Tuvo que quedarse callado durante todo el encuentro. Al fin pude cobraba venganza indirectamente de tantos goles no celebrados en mi vida. A pesar de la derrota, el Papagayo ahora fue el extraño hincha que no hablaba, no gritaba, no decía nada. Fue el único mienbro de Los de Abajo en ese día que se fue para su casa con una sonrisa de oreja a oreja. Sin reclamar, ni llorar por el poco compromiso de los jugadores y dirigentes con la institución laíca.

2 comentarios:

HUT dijo...

Excelente post, te felicito.

HUT dijo...

Gracias compadre. Eres el mejor de los lectores.