21/10/07

Persa Bio - Bio


Fotos (Flickr): Fixedfocus

Mientras mi Padre, genio para algunos o un fracasado para otros, regatea el precio de unos libros con el Loco Arancibia en un galpón del Persa. El Guatón Moncada junto con Martín “Cesar del Festín a la Romana” González se están devorando todas las pizzas del puesto de comida que hay a la entrada de este almacén. Desde lejos escucho una voz impertinente que intenta venderme un IPOD de 30 gigabites, con 500 canciones incluidas y 100 fotografías privadas a 90.000 pesos (aún el aparato poseía algunas calcomanías de su antiguo dueño). Metros más allá, el Papagayo –genio de lo absurdo- está adquiriendo unos pantalones de segunda mano a un altísimo precio, imponiendo una nueva forma de quedar endeudado en pocos segundos. Es un genio ¿qué vamos hacer?
Se escuchan nuevas ofertas a lo lejos, desde muñecos Mattel en paupérrimas condiciones hasta vinilos que traen algunos relatos radiales de los clásicos universitarios de antaño, cuando el Ballet Azul estaba en pleno apogeo.
Lavadoras, cocinas, revistas, libros, imitaciones de zapatillas deportivas estadounidenses, muebles, celulares, radios, encendedores, calcetines, dvd`s, cd`s, casettes, polerones, calzones, cuchillos, micrófonos, pendrives, pilas, bicicletas nacionales, imitaciones de marcas por doquier, completos, empanadas, maní confitado, algodones de azúcar, brotes de palmeras, pistolas de juguete, taladros, martillos, machetes, instrumentos musicales, radios pioneras en paupérrimas condiciones, televisores Bolocco, juegos de Sega Genesis, transformadores de energía, teléfonos varios, bares de maderas realizados por artesanos capitalinos, relojes de dudoso funcionamiento, cordones de zapatos y muchos cachureos de escasa utilidad. Millares de vendedores pasan por la retina de mis ojos en pocos segundos, trato de mantenerlos en mi mente, pero el fluir de los objetos en venta es tan vertiginoso que me es imposible. Todos estamos en una gigantesca fila india, viendo-analizando-regateando-cuestionando-comprando-rechazando las distintas ofertas del día. Siempre hay cosas nuevas que atrapar en esta gran feria. Es increíble, hay de todo. Es en el único lugar donde lo prohibido, se transforma en legal a vista y paciencia de todos los presentes. Nadie es culpable. Todos son honrados trabajadores que no le han hecho mal a nadie. Es una gigantesca industria de lo ajeno, que no tiene límites ni trabas. En estos puestos se puede vender de todo, no hay impuestos ni boletas. Es el libre mercado en su máxima expresión, en donde el soberano juego de la oferta y demanda se desarrolla en pleno.
Mi Padre, al final, consiguió el precio que quería llegando a un acuerdo con el Loco Arancibia. Por su parte, la Morza Moncada y Martín “Tetas hasta las Rodillas” González consumieron todo lo que tenía previsto vender el dueño de la pizzería en el fin de semana. Papagayo fue coronado como el cliente de la década, por el negocio que realizó en unos pocos segundos. Hasta fue declarado comprador vitalicio del Persa, entregándole un trofeo con su nombre ¿qué vamos hacer? Es un genio.

1 comentario:

dieciocho18 dijo...

¡Qué bonito que es el persa!. Me hace pensar en eso que dijo San Agustín,(dicen que fue el, yo no lo escuché). "Ama el pecador, odia el pecado"
Un festival de cosas buenas/malas aromas agradables/desagradables gente caminando lento/rápido comerciantes honestos/deshonestos etc... es la nata de la vida ;)