26/8/07

¿Un Café?


“La suerte está echada” .
Repetida frase de soldados romanos después de ser golpeados por Asterix y Obelix.



Ayer tuve que acompañar a mi madre -mejor conocida como mamá, gordi, vieja o por su nombre- al centro a realizar un trámite notarial, de esos largos y demorosos. Era martes y por suerte el cielo estaba despejado. O sea, no es que hiciera calor, pero tampoco estaba para quedarse en la cama todo el día. Bueno, para qué describir como fue la experiencia en la notaría. Se podría resumir en la siguiente suma:

(ESPERAR+PAGAR+ESPERAR+ESPERAR+PAPELIAR+ESPERAR+RECIBIR+ESPERAR+HUIR) + (MAL GENIO+ MAL AMBIENTE+ STRESS) = GANAS DE GOLPEAR A ALGUIEN, DE PREFERENCIA AL DUEÑO DE LA NOTARÍA.

Pero esta experiencia no fue lo novedoso, sino todo lo contrario. Después de que mi madre -mejor conocida como la que trae el dinero, la chascona, vieja o por su nombre- me dejara botado con tres lucas en Agustinas con Ahumada para irme a la casa, pensé: ¿Por qué no ir a unos de esos café con piernas? Era una idea realmente inteligente, ya que nunca antes había ido. Me dio vergüenza invitar a algunos de mis amigos como al Guatón Moncada o al Papagayo para que me acompañaran en tal aventura. No por miedo a una típica respuesta de ellos cuando están parqueados (tales como: “que estay caliente Hut”, “espérate a que se enteren todos”, “estay cagao weón”, “tu vieja se va enterar de todo”, “erí patético”, “caliente culiao”, “teterita de campo compadre”, “ni cagando te presento a mi prima”, “erí muy pelusón”, “por ultimo junta plata y págate un puta rica”, etc). Sino porque estos compadres están realmente muy acumulados y me da pavor que se acriminen con alguna mina del lugar. Yo sólo quiero vivir la experiencia, no terminar en la Penitenciaria por cómplice de una violación con estrangulación.
Como era nuevo en el rubro de los cafeteros, comencé a moverme tratando de buscar uno que cumpliera con mis expectativas monetarias. Con tres lucas no era mucho lo que podía hacer, pero no creo que un café con piernas me cueste más de lo que poseo en efectivo.
Caminé por Ahumada buscando mi destino hasta que un predicador evangélico, quien con Biblia en mano me increpó.

-¿Tú pecador hacia dónde te diriges con la mirada perdida?
-No te interesa gil, déjame solo –le respondo con una expresión de molestia en mi rostro.
-Eres un instrumento del Demonio. Desde aquí puedo apreciar tu negra aura. Tus intenciones no tienen un buen final, ya que el diablo está detrás de todas tus acciones. Anda a tu casa y ruega porque el Señor salve tu alma malograda por Lucifer.

En ese minuto me sentí realmente intimidado por ese freak religioso. Traté de apurar mi caminar, pero el secretario general de Díos seguía gritándome con su gran voz los 1.000 sinónimos de Satanás que se sabía. Todo el mundo me miraba, no sabía que hacer. Me encontré realmente sorprendido por la hostilidad del predicador, sólo atinaba a dar cada vez pasos más rápidos. Pero antes de alejarme del verdadero poseído del centro, me di media vuelta -tuve que encararlo- y le grité: “Oye huevón, voy a un café con piernas a ver minas con las medias tetas en traje de baño. Si me rajo, tal vez me muestran una goma. ¿Algún problema? ¿Es pecado? ¿Te molesta? Para de webiar a la gente, erí una lata. Anda donde un profesional para que te analice, ANORMAL”.
Lamentablemente esa última encarada al nuevo Mesías de Ahumada desató la furia de los feligreses que lo escuchaban, quienes -en un acto reflejo y armonizado- comenzaron a lanzarme botellas plásticas y a perseguirme. Al ver tal panorama, no me quedó otra que salir corriendo del lugar, cual lanza del centro. La maratón fue grande. Corrí, corrí y corrí. Equivando viejas, guatones, amigos de lo ajenos, lustrabotas y pendejos cimarreros. Nunca había corrido tan fuerte por el centro. Los religiosos tenían su estado físico, en verdad creían que era el anticristo con cara de manfinflero que escapaba de las manos de la justicia divina y absoluta. Mientras corría, pensaba en la mala suerte que tenía, en lo irreal de la situación, pero no podía desviarme de mi objetivo (a pesar de las particulares circunstancias en que me encontraba). Mi finalidad era una sola y la tenía clara: tener a una mina perreando enfrente de mí, mientras yo sostengo un cortado en la mano. Ese era el objetivo asignado por mi YO SUPERIOR. Así lo quería el destino y nadie ni nada lo iba a torcer. Ni todas las legiones discípulos del nuevo Mesías del centro…

Continuará…

1 comentario:

Anónimo dijo...

esta weno, pero falta un poquito mas de foto, algo mas de pierna